REFLEXIONES


CRISTINA:

Es cuando pasan las cosas malas cuando uno se da cuenta de lo que tiene, o de lo que tenía, y empieza a valorar algo ya irrecuperable, todo el tiempo perdido a causa del olvido de uno mismo y lo que realmente importa desaparece sin avisar, sin decir adiós; entonces es cuando empiezan las lamentaciones.

El amor de un abuelo es un amor diferente, pues los abuelos tienen mucha pasión hacia los nietos y gracias a su gran experiencia en la vida pueden ayudarles, dándoles consejos que nunca nadie les dará.

En esta novela aparece muy señalado el amor que un abuelo puede sentir hacia su nieto, pues es inmenso, mucho más de lo que nadie pueda imaginar. Cada movimiento de Brunettino, cada palabra, cada mirada, cada sonrisa, todo lo que haga Brunettino siempre alegrará a Salvatore, pues al fin y al cabo es quien le está educando para que el niño llegue a ser un hombre “hecho y derecho”. La existencia de Brunettino le provoca a Salvatore tal devoción que muchas veces olvida la existencia de la Rusca, Salvatore es capaz de hacer cualquier cosa por el niño, incluso daría su vida por él.

Se podría decir que Brunettino es la base fundamental del camino que está siguiendo Salvatore, pues es quien le ilumina y le da fuerzas para seguir adelante y continuar con la vida; Salvatore no puede irse sin escuchar decir a Brunettino “nonno” o “nonnu”, lo necesita para poder irse tranquilo.

La aparición de Hortensia en la vida de Salvatore es también otro de los motivos por los que éste sigue adelante, pues es la mujer que siempre había imaginado perfecta, su media naranja; que francamente ha conocido demasiado tarde, pero a ambos les habría gustado conocerse antes y poder compartir más momentos juntos, incluso formar una familia. Compartida, la vida es más.

Es destacado que en un mismo país (Italia) haya tantas diferencias en el norte y en el sur: quizá en el norte se lleva un nivel de vida demasiado superficial que incita a las personas a no vivir realmente lo que es la vida y a estar siempre ocupadas trabajando o de allá para acá; en el sur la vida es de un modo completamente diferente, y más si se trata de un pueblo, donde a cada momento se vive la vida, sin ningún tipo de preocupaciones sobre ir a trabajar, tener que ir a por los niños al colegio, ni tampoco preocuparse de que tus hijos estén en la calle, pues allí no hay peligro, en la ciudad sí lo hay. Lo que sí es triste es la mente cerrada de personas de pueblo o del sur, como Salvatore, que por ejemplo ve mal que una mujer lleve pantalones, eso no debería existir, todas las personas tienen el derecho de ir vestidas como quieran y no como si estuvieran regidas por un dictador.

Por otro lado, la relación con un hijo nunca debería desaparecer como lo estaba la de Renato y Salvatore; ambos pensaban del otro como si de un desconocido de tratase. A pesar de las circunstancias de la vida en las que uno tiene que marchar a otra ciudad por trabajo o por convivencia con tu nueva familia, no puede dejar olvidados a sus padres, gracias a la comunicación y a las ganas de hacer las cosas uno puede ir a visitar a sus padres a su antiguo hogar o puede invitarlos a su nueva cada a pasar unos días. Lo que no se puede consentir es que cuando llegó Salvatore a casa de su hijo conoció a Brunettino por primera vez, tenía ya casi un año y no sabía ni su nombre, es demasiado triste. Realmente Renato comenzó a interesarse por su padre cuando estaba ya enfermo terminal, si no hubiera sido por la Rusca su relación nunca se habría retomado.


Andrea es buena persona, pero parece resentida por la muerte de su padre y ello le hace actuar mal hacia Salvatore. Todo lo que éste hace para ella está mal, lo que dice también; no deja que coja a Brunettino al principio y cada momento desconfía de él; una nuera debería ser como una hija y comportarse con su suegro como si de un padre se tratara. Seas lo que seas, no puedes menospreciar a un persona, y menos si se trata de un enfermo; muchas veces antes de decir las cosas hay que pensarlas, pues puedes herir a las personas.

VICTORIA:

Hay gente que dice que cuando comienzas un libro ya sabes si te va a gustar o no y por el contrario hay otras que dicen que hasta que no lo termines no lo sabrás. Me considero de las segundas, porque como en el caso de La sonrisa etrusca me ha sorprendido. Un libro tan sencillo, pero a la vez tan profundo. 

Cuenta la historia de Salvatore, un viejo de pueblo que luchó en la guerra contra los alemanes y fue un salvador para su pueblo: Roccasera. Tuvo que ir a Milán, donde vive su hijo Renato con su mujer Andrea y su hijo Brunettino. Salvatore, acostumbrado a la fiel vida rural detesta Milán, por sus habitantes, su contaminación, su frialdad… Pero allí encuentra la razón que le hace cambiar de un viejo típico de pueblo a un hombre sensible, que hace las cosas del hogar y comprende a las mujeres. 

Esa razón es su nieto, brunettino, con quien tiene una relación muy fuerte, mucha ternura y amor. Otra razón es Hortensia, mujer con la que se quiere casar, también del sur, muy sensata, honesta y que le comprende siempre. Ambos le hacen cambiar completamente y le dan la vida, literalmente; ya que gracias a ellos su enfermedad por la que tuvo que ir a Milán, a la que llama Rusca, es más ligera y la lleva mejor. Esta enfermedad es el cáncer, le llama Rusca y forma parte de él y con ella comparte varias reflexiones.

Es increíble como el sentimiento, la fuerte e intensa relación que tiene con ambos le hacen vivir más y mejor. Salvatore se ve obligado a vivir más para enseñarle a su nieto a ser un hombre y educarlo como es debido, enseñarle sus costumbres, tradiciones y todo lo que sabe de la vida para que se pueda defender y llegar a lo más alto; además tiene que vivir más que su enemigo del pueblo Cantannote. La relación con su nieto le proporciona esperanzas, ilusiones y, junto con la relación con Hortensia, el viejo Salvatore descubre sentimientos que nunca había experimentado.

Es una obra sencilla, sin apenas acción pero con un gran trasfondo que te lleva a pensar y reflexionar. Produce en el lector el sentimiento que el mismo Salvatore siente y el propio lector se identifica con él; ya que es fascinante como un niño tan pequeño puede producirte sensaciones y sentimientos tan fuertes y tan vitales. La sonrisa etrusca es un claro ejemplo de las relaciones familiares, amorosas y como la vida puede cambiar tanto.

Personalmente, es una magnífica obra que debe ser recomendada a todo el mundo, para que así reflexione y tal vez, se de cuenta de que la vida es maravillosa cuando contemplas la gente que te rodea y te das cuenta de que rodeado de la gente que te quiere todo se hace más fácil.



Un abuelo siempre te enseñará y te dará lo mejor que tenga, no lo dudes nunca. 




Y recuerda: el amor de un abuelo es único. 




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